lunes, 25 de agosto de 2008

Conclusiones




Sin que me haya dado cuenta, el verano pasa lenta pero inexorablemente, sin mucha prisa (faltaría más) pero sin pausa (que me lo digan a mí, hace nada estábamos a final de curso... ). Cierta cadena comercial ya empieza con la archiconocida "vuelta al cole", por lo que, echando una miraada al calendario, nos quedan unos 20 días (suponiendo que el día estándar de vuelta a la normalidad es el 15 de septiembre).


De este verano seguramente me llevaré cosas buenas y otras no tam buenas, pero volveré a la carga ligero de equipaje. Nada ha hecho que valga especialmente la pena, salvo alguna que otra excursión que ya os contaré más adelante. No muchas anécdotas. En general, un verano más o menos igual que los demás. Un verano sabático.


Y, sin embargo, tampoco tengo ganas de que acabe. Vale, aún queda mucho tiempo, pero seguro que menos de lo que ha pasado con respecto al final del curso. ¿O me equivoco?


Al principio lo de siempre. Pensar en ir todos los días a la playa, a la piscina, y la gran cantidad de cosas que voy a hacer para que sea el mejor de mi vid. Después, cuando van pasando los días, empiezas a cansarte de no hacer nada. De la playa siempre llena de granaínos y domingueros. De despertarte a las dos de la tarde y desayunar "spaghetti alla bolognesa". Del CALOR, que me da más ganas de que llegue el invierno para querer que sea verano. Y de más cosas que, pensándolo bien, he estado esperando desde el año pasado. Es lo que tiene el tiempo...


Y, si bien me parece no haber hecho nada, también me parece que este verano es como para tirarlo a la basura (bueno, repito que no entero). Precisamente por lo que no he hecho. Por ejemplo: el piano. Al principio, como empieza el verano y todo es ideal, no practiqué mucho. Después, empecé a practicar, todo lo que había dado este curso y aprender por mi cuenta algo más. Y ahora, a 20 días de que empiece el "veranillo" (ni siquiera puede considerarse otoño), me doy cuenta de que no he hecho nada que me sirbva muchísimo. ¿Cómo podría haber hecho algo para mi primer curso en el conservatorio, si NI SIQUIERA SÉ LO QUE ME ESPERA ALLÍ? Lo único que me han dicho es que va a ser un curso difícil. No sé qué pasará cuando llegue allím deje mis cosas, me siente delante del piano, y...¿me dirán lo que tengo que hacer, o se supone que tendría que tenerlo aprendido? ¿Qué me espera por allí? Por eso es que me parece como si este verano hubiese sido inútil.

Pero todavía queda tiempo para rectificar. Estas vacaciones han sido divertidas, al fin y al cabo. Y, cuando llegue al instituto y vuelva a ver a mis amigos, espero compartir todo lo que he hecho.

viernes, 22 de agosto de 2008

La llave de Sarah.

Jueves, 16 de julio de 1942. Llaman a la puerta. Sarah puede ver que son los gendarmes franceses los que llaman. Sabía que eran tiempos de guerra, y con los franceses estaría a salvo. Pero, ¿por qué se los querían llevar? Su madre intentaba dar explicaciones a los policías. Unos policías totalmente indiferentes a lo que estaba ocurriendo. ¿Qué les iban a hacer? Al pensar que iban a volver pronto, escondió a su hermano Michel en un armario, junto a su peluche favorito y su libro de cuentos, quedándose Sarah con la llave que abre el escondrijo. Para ella, todo era confuso, no había nada claro. ¿Sería todo culpa de aquella estrella amarilla que llevaba en el pecho?

Mayo de 2002. Julia Jarmond, periodista americana afincada en París, debe hacer un reportaje sobre el sexagésimo aniversario de la redada del Vel' d' Hiv (el Velódromo de Invierno), donde murieron casi 13000 judíos. Se interesa mucho sobre el tema, llegando a investigar sobre una familia: los Starzynski, familñia que curiosamente vivía en el mismo sitio al que se iba a mudar, el apartamento de la abuela de su marido, Bertrand. ¿Qué será lo que une a los Starzynski con la familia Tézac?


Sí, a los judíos les han pasado muchas cosas siempre. Desde haber sido invadidos por egipcios, griegos y romanos, hasta el holocausto de la Segunda Guerra Mundial, pasando por la expulsión de los sefardíes de España. Este libro relata una historia realmente sobrecogedora y triste, pero a mí me ha gustado. Quizá a vosotros también...

Un espacio para la imaginación.